La vida es sueño

La vida es como una ola, un constante vaivén entre el sueño y la consciencia.

Saudade


 

e vez en cuando te encuentras con una de esas palabras que... te dejan sin palabras.

Saudade es un término del portugués que realmente no tiene traducción exacta al español. Describe muchas de las emociones que generalmente no sabemos como expresar. Sería algo así como una cierta nostalgia... pero no exactamente. Puede indicar que uno extraña algo con fuerza, pero tampoco es solamente eso...

He buscado y buscado, y al fin encontré algo que os dejará claro su amplio significado...

Por Miguel Falabella.

"Agarrarse el dedo con una puerta duele.
Golpearse la cara contra el piso, duele.
Torcerse el tobillo, duele.
Una bofetada, una trompada, un puntapié, duelen.
Duele golpearse la cabeza con el borde de la mesa, duele morderse la lengua, una caries y piedras en los riñones también duelen.

Pero lo que más duele es la saudade.
Saudade de un hermano que vive lejos.
Saudade de una cascada de la infancia.
Saudade del gusto de una fruta que no se encuentra más.
Saudade del papá que murió, del amigo imaginario que nunca existió...
Saudade de una ciudad.
Saudade de nosotros mismos, cuando vemos que el tiempo no nos perdona.
Duelen todas estas saudades.

Pero la saudade que más duele es la saudade de quien se ama.
Saudade de la piel, del olor, de los besos.
Saudade de la presencia, y hasta de la ausencia consentida.
Vos podías quedarte en la sala, y ella en el cuarto, sin verse, pero sabiéndose ahí.
Vos podías ir para el dentista y ella para la facultad, pero se sabían allí.
Vos podías pasar el día sin verla, ella el día sin verte, pero sabían del día de mañana.
Pero cuando el amor de uno acaba, o se torna menor, al otro le sobra una saudade que nadie sabe como detener.

Saudade es básicamente no saber.
No saber más si ella continúa sufriendo en ambientes fríos.
No saber si él continúa sin afeitarse por causa de aquella alergia.
No saber si ella todavía usa aquella mini.
No saber si él fue a la consulta con el dermatólogo como prometió.
No saber si ella se alimentó bien últimamente por causa de esa manía de estar siempre ocupada.
Si él estuvo yendo a las clases de inglés, si aprendió a entrar en la Internet y encontrar la página del Diario Oficial.
Si ella aprendió a estacionar entre dos coches.
Si él continúa prefiriendo la cerveza oscura.
Si ella continúa prefiriendo jugo de naranja.
Si él continua sonriendo con aquellos ojitos apretados...
Si ella sigue bailando de aquella forma enloquecedora...
Si él continua cantando tan bien.
Si ella continua detestando Mc Donald's.
Si él continua amando.
Si ella sigue llorando hasta en las comidas.

¡Saudade realmente es no saber!


No saber que hacer con los días que son más largos, no saber como encontrar tareas que detengan el pensamiento, no saber como frenar las lágrimas al escuchar esa música, no saber como vencer el dolor de un silencio...
Saudade es no querer saber si ella está con otro, y al mismo tiempo querer.
Es no saber si él está feliz, y al mismo tiempo preguntar a todos los amigos por eso...
Es no querer saber si él está más flaco, si ella está mas linda.
Saudade es nunca más saber de quien se ama, y mismo así doler.
Saudade es esto que sentí mientras estaba escribiendo y lo que vos, probablemente, estés sintiendo ahora después de leer...
En alguna otra vida, debemos haber hecho algo muy grave para sentir tanta saudade..."

El músico y la sirena


Esta es la historia real y verdadera 
de dos seres de mundos distintos, 
que una vez, en algún lugar,  
pudieron llegar a ser...


 

lla jugaba para burlar su soledad. 
Él, porque necesitaba sacar hacia fuera las ideas y emociones que su música le provocaba. 
Él extrovertido. 
Ella desconfiada. 
El chat era el canal que utilizaban sus sentimientos para ir y venir. 
Aquello se convirtió en costumbre. 
Por la mañana nada más levantarse y de noche cuando el mundo descansaba, ellos se encontraban y hablaban durante horas. 
Eran felices. No necesitaban nada más. 
Cada uno empezó a tomar forma en la mente del otro. Formas idealizadas por palabras que poseían un extraño poder. 
Magia. Poder. Poderes mágicos. 
Él músico... Ella sirena.
Él un soñador que ponía banda sonora a su vida y ella una mujer encerrada en un mar de rutinas.
Cada noche surcaban océanos de sueños, buscando un punto de encuentro entre los sueños que provocaban la música de él y la inmensidad de un mar que quería devorarla a ella.
Aquel mundo creado a partir de palabras fue creciendo y creciendo...

Hasta que un día... se los tragó a los dos.

Con mayúsculas





a mayoría de la gente no busca un amante.


Lo que la mayoría de la gente busca... 
es una Historia de Amor.


La locura y el amor



uentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando el aburrimiento había bostezado por primera vez; la locura como siempre propuso:

- Vamos a jugar a los escondidos?

La intriga levantó la ceja intrigada y la curiosidad sin poder contenerse preguntó:

- ¿Y cómo es eso?


- Es un juego, -explicó la Locura-, en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón. Mientras tanto ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará entonces mi lugar para continuar así el juego.

El Entusiasmo bailó secundado de la Euforia, la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la hallaban.

La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse.

Uno, dos, tres… comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.

La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino, ideal para la Belleza; que si el vuelo de la mariposa, lo mejor para la Voluptuosidad; que si una rendija de un árbol, ideal para la Timidez; que si la ráfaga del viento, magnífico para la Libertad. Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El Egoísmo encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo…pero sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los Océanos, mientras la Realidad se escondió detrás del arco iris y la Pasión y el Deseo dentro de los Volcanes.

El Olvido… se me olvidó donde se escondió, pero eso no es lo importante. Cuando la Locura contaba 999,999, el Amor no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.

Un millón... contó la Locura y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la Pereza, a tres pasos de una piedra.

Después se escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre la Teología; y a la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo.

Al Egoísmo no tuvo ni qué buscarlo, solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza, y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir de qué lado esconderse.

Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris… (¡mentira!, si ella estaba en el fondo del Océano) y hasta el Olvido, que ya había olvidado que estaban jugando a las escondidas.

Pero…el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas... y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas. Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó: las espinas habían herido los ojos del Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra... 


el AMOR es ciego...





y la LOCURA siempre lo acompaña."


"Fábula de la locura y el amor"

No te enamores de una mujer que lee




"...No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe... No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa..."

(Martha Rivera Garrido, poeta dominicana)

Lo conseguimos!!





o hemos conseguido...


¡¡Hemos aprobado 3º de la ESO...!! ¡Ya tenemos media orla...!

Ha sido realmente genial, porque... 

Hemos disfrutado cada clase, cada profesor, cada momento, cada broma, cada café en la hora de descanso.

Hemos hecho amistades nuevas, algunas de ellas, de las que soportarán sin ninguna duda el paso del tiempo.

Hemos vivido en carne propia, lo que se siente cuando te enamoras de un profe (lo malo es que nos hemos enamorado del mismo las tres, jaja. Tú no, Kenyon...)

Nos hemos sentido especiales por el trato preferente que hemos recibido de la mayoría de la gente. No sé si les atraía el grupo, el buen rollo que se respiraba a nuestro alrededor, el hecho de que fuéramos a estudiar en familia... (o, lo que es más probable,... esa mezcla explosiva de belleza e intelecto, jajaaa)

Hemos echado en falta a Kenyon cuando se descolgó del curso, con esa combinación de pena y alegría que se siente, cuando sabes que la razón por la que ya no está, es en realidad motivo de júbilo. 

Hemos ido de excursión a Madrid,  recorriendo El Barrio De las Letras en compañía de nuestro profe favorito. Hemos visitado la exposición de Dalí, en el Reina Sofía, mientras nuestro musculoso profesor nos contaba su vida (la de Dalí) como si hablara de un amigo (y así terminaba, rotundamente, de enamorarnos). 
Y estuvimos a un tris de hacernos una foto con nuestra Mujer en la Ventana... Pero la vigilante nos nos quitaba ojo, y al final fue imposible...

En fin...

Nos hemos presentado a los exámenes con miedo y hemos descubierto que el miedo nos hace más fuertes.

Al terminar el último examen  hemos tenido, incluso, una mini-fiesta de despedida con toda la gente maja del curso, que al final duró un poquito más de la cuenta (algunas tuvimos que dar explicaciones, jaja).

Ya hemos hecho la matrícula para el próximo curso y ahora de repente, con tres meses por delante, sentimos que hemos perdido la razón de nuestra existencia. Es increíble cómo se puede volver una adicta a algo en tan corto espacio de tiempo...

Pero como en realidad somos personas que nos adaptamos divinamente a lo nuevo, ya tenemos planes para el verano, incluida una salidita de chicas con algunas compañeras del curso.

Así que, como siempre en esta época del año, tan solo me queda desearos sol, música, alegría... ¡y un maravilloso verano! 

Yo pienso tenerlo... sin ninguna duda.

Lo que nos trae el calor





oy ha sido el primer día de cole sin calefacción, sin chaqueta y con la ventana abierta de par en par.

Con la llegada del buen tiempo, nos quitamos de un plumazo las capas de ropa que hemos llevado todo el invierno; y de repente, miras a tu alrededor y descubres lo que la ropa había estado ocultando. 
Ya nos habíamos fijado en el torso de nuestro profe de matemáticas, pero hoy nos hemos dado cuenta, que la palabra "pectorales" adquiere al mirarle una nueva dimensión.
Con una camiseta cortita que se le subía cada vez que levantaba el brazo para escribir en la pizarra, hoy, más de una (Dory por ejemplo) no se ha enterado de la explicación.
Ha sido una hora muy entretenida.

Lo malo es que no sé qué me pasa cuando estoy en clase, pero, aproximadamente a la hora  de sentarme en mi silla, empiezo a tener tanto hambre que se me nubla la vista.
Entonces empiezo a decir:  "Tengo un hambre que me muero...", "¿No os huele a tortilla francesa...?", "Me comía ahora mismo un bocadillo de jamón...", o "¿Nadie ha traído galletas...?"

Hoy le he dicho a Kenyon: 
"Madre mía, qué hambre tengo...". 
Él me ha mirado muy serio y me ha dicho: 
"¿Quieres chocolate...?" 
Yo le he susurrado: 
"¡Síiii...!". 
Se ha girado, ha mirado al profe de mates y le ha dicho (en voz bajita, para que solo yo lo oyera): 
"Chico, levántate la camiseta...". 
Ha vuelto a mirarme, y me ha dicho con mucha guasa: 
"Ahí tienes una tableta entera..." 


Hay que jorobarse... ¡Que chispa tiene el jodío!

En busca del aprobado perdido...





ras semanas de intensa reflexión, he llegado a la conclusión... de que no voy a aprobar "ni una". 

Esto no lo digo por que sí, sino después de haberlo comprobado "casi" científicamente.

Vayamos por partes.

Cuando estoy en clase de Sociales, atendiendo la explicación (como buena alumna que soy), todo va bien. El problema surge cuando miro al profesor.
De repente me vienen a la cabeza... palabras (muchas palabras), amontonadas unas encima de otras sin orden ni concierto: 
Hermenegildo,... Evaristo,... Ambrosio,... Rigoberto,...
Heliodoro,... Eustaquito,... Gervasio,...
Gabinete Caligari... 
Y me entra una risa,... que todas mis energías (incluidas las que utilizo para oír), las tengo que emplear en no soltar una carcajada, con lo cual, la lección la oigo como a lo lejos... y muy bajito... (vamos que no me entero de nada).

En clase de Inglish (ya veis que la "h" la manejo) aún peor. Ahí es que no me entero de nada directamente, sin "a lo lejos" y sin "muy bajito". 
Yo no sé cuantas veces he intentado aprenderme el verbo You tube. Incluso lo he tecleado en google, para ver si me resultaba más fácil... 
Pero nada, que lo único que me sale es el vídeo de Beyonce bailando el "Single Ladies". Y digo yo, ¿qué tendrá que ver esto con el verbo ser o estar...?
Luego está eso de añadir -ing al verbo, para formar el presente continuo. Pero vamos a ver, para qué forman tanto lío estos inglesitos, si en Spanish (jaja, otra "h") la única palabra que lleva -ing es el teléfono... ¡y solo cuando suena! (r-ing, r-inggg...)

Matemáticas: sin comentarios. 
De momento nos vamos defendiendo, porque todo lo que llevamos dado nos suena. Pero... ¿y cuando lleguemos dónde no nos suena ya nada?
Con ese profesor, que hace unas explicaciones tan enrevesadas que tiene que pararse un rato para cogerle el hilo al galimatías que él mismo está formando... 
Eso sí. Cómo marca el tío los pectorales con esos "gerseyses" de punto... Y cómo se coloca estratégicamente de lado para que observemos su perfil espartano en todo su esplendor...
Bueno, al menos nos damos una racioncita de vista... (Lo siento Kenyon, tú no sacas nada, jaja)

Y lo de Lengua no tiene nombre. Y digo que no tiene nombre, porque son tantos los nombres que tenemos que aprendernos que los he olvidado todos directamente.
Pero qué profesora más maja. 
... Aunque... es un poquito andrógina.
... Y... he notado que nos mira mucho.
... Vale... Puede, que una de nosotras tenga aún posibilidades de aprobar Lengua... (tú no Kenyon, lo siento, jaja)

Y todo esto aderezado con las "acertadas preguntas" que constantemente lanza nuestra compañera Sandrita... (brrrr...)

Y no hay ya mucho más que añadir. 

De todas maneras yo intento ser positiva y como además dicen que la Esperanza es lo último que se pierde...

Y digo yo... 
¿por qué no se perderá "la Sandra"...?