abía una vez una linda cocinerita que hacía un bizcochito para chuparse los deditos.
Aquellos maravillosos viernes, en que la familia se juntaba para intercambiar anécdotas y contarse lo que había dado de sí la semana, nuestra linda cocinerita se presentaba con su rico bizcochito.
Y ya se sabe: con un café y un bizcocho...
El resultado fue espectacular.
Desde entonces el híbrido de "la de las pesas", sustituyó las tardes de los viernes al bizcochito de la linda cocinerita.
Pasó más tiempo aún y nuestra protagonista decidió que había llegado la hora de volver a cocinar su, en otro tiempo, famoso bizcocho.
"Pero... ¿qué ocurre?"
"¿Porqué mi bizcocho, antaño hermoso e inflado, ahora es como una hoja de papel?"
"¿Qué le pasa a mi levadura?"
"¿Estás ahí... duende cabrón?"
Lo intentó de muchos modos y maneras, pero el resultado siempre fue el mismo.
Dado que el bizcocho de antaño había perecido en el olvido, la linda cocinerita, lejos de darse por vencida, decidió conseguir la receta del híbrido hijoputa que le había robado el protagonismo a su amado bizchochín.
Pero no se sabe si porque el antiguo bizcocho no soportó la humillación de ser sustituido, si porque la linda cocinerita había perdido su magia bizcochil o simplemente porque el destino es así de capullo... (es decir, que yo le diera mal la receta... jeje)
... éste fue el resultado...
Éste es el trozo que la linda cocinerita me llevó a casa el Domingo,
para que comprobara "in situ" lo que me había contado un rato antes por teléfono y yo no había creído...
Vista lateral del cuerpo del delito,
donde puede apreciarse la altura y esponjosidad del mismo (jajaja).
Después de tantos intentos infructuosos, la linda cocinerita llegó a una más que evidente conclusión. En su deseo de conseguir su bizcocho original había dado con la fórmula de un "original bizcocho", un bizcocho con denominación de origen:
El bizcocho made in Adoptada.