La vida es sueño

La vida es como una ola, un constante vaivén entre el sueño y la consciencia.

De neuronas apagadas I







ada uno se ríe de la vida como quiere, yo me aplico el cuento he intento sacar unas risas a mi monotonía y al día a día.
Comienzo un apartado de palabras o frases que me arrancan una carcajada por lo absurdas o disparatadas. Dedico mi entrada a mi encargada, mujer culta donde la haya. Yo la tenía por poco inteligente pero me he dado cuenta de que hay que ser al menos imaginativa para crear tu solita un verbo y toda su conjugación.
Y el nuevo verbo afortunado es:
punir.
Punir de depositar, colocar, instalar, acomodar, apostar..., y su conjugación:
yo puno
tu punes
el pune
nosotros punimos
vosotros punís
ellos punen.
Y frases hechas: ¡ves puniendo adhesivo!

¡Ay el noble arte de la inventiva!

La Mapfre que los parió






os mando un marido cuerdo y me devuelven ésto.

A todas mis rosas










ntonces apareció el zorro.
-Buenos días -dijo el zorro.
-Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
-Estoy acá -dijo la voz- bajo el manzano...
-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón -dijo el principito. Pero, después de reflexionar, agregó:
-¿Qué significa «domesticar»?
-No eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas?
-Busco a los hombres -dijo el principito-. ¿Qué significa «domesticar»?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa «crear lazos».
-¿Crear lazos?
-Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
-¡Oh! No es en la Tierra -dijo el principito. El zorro pareció muy intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
-No.
-No hay nada perfecto -suspiró el zorro. Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
-¡Por favor... domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
-Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.
-Sí-dijo el zorro.
-Entonces, no ganas nada.
-Gano -dijo el zorro-, por el color de trigo. Luego, agregó:
-Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós -dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse.



Al igual que el zorro preparo mi corazón para esos momento de felicidad, esa rutina que hace que sientas ilusión cuando se acerca cada momento. Cada mañana me repito que soy responsable de mis rosas. El tiempo que perdí por ellas hace que sean tan importantes.

El pino puente


Por recomendación divina hoy escribo sobre la ardua habilidad del pinopuente.

Lo cierto es que echo mano del pasado y visualizo mi último pinopuente allá por 1994, año arriba año abajo.

Es imposible plantearte esta tarea pasados los 20. Recuerdo mis andanzas por el mundo del contorsionismo con mucho cariño y no una menos loable admiración. Y es que, ¿alguien recuerda como narices hacíamos para no deslizarnos pared abajo en una caída en picado hacia el suelo con el resultado final de un fenomenal espaldarazo?

Si lo piensas bien solo hay dos respuestas posibles:
1- que los deportivos que usábamos en la época debían de tener antideslizantes que nuestras madres ponían aposta para que pudiéramos hacer el pinopuente sin matarnos.
2- que pertenecíamos a la familia de spiderman y éramos capaces de controlar la bajada por la pared de turno resultando ilesos al final.

Por supuesto con el paso de los años el pinopuente a mutado en su forma de llegar a el. Ahora las niñas (como mi sobrina contorsionista y payaseta como una servidora) lo comienza desde el suelo. Esto tiene una ventaja, evitas los espaldarazos pero, ¿donde quedó la sensación de reptar por la pared? ¿donde la incertidumbre de si te habías puesto lo suficientemente cerca de la pared como para no hacer el pinopuente del tirón?

Porque esa era otra, ¿qué ocurría cuando calculabas mal la distancia y tus pies nunca llegaban a tocar la pared? Menos mal que siempre tenías a tu lado a una amiga que rápidamente metía su brazo por tu espalda y evitaba el fatal desenlace.

Propongo un brindis por las amigas pinopuente.
¿Donde estarían nuestros dientes sin ellas?

Soñando en la parcela






unes. Día duro. Destensamos y limamos asperezas de la vida con un poco de ejercicio. Ver alguna cara, cuatro risas y un poco de sudor currado y te vas a casa más suave que un guante.
Cuñado "V" me pregunta por los famosos planes de noche vieja. Le hace gracia y no se lo cree. Se apunta rápidamente cuando se entera de que a cierta hora de la noche hay intercambio de mandos a distancia.

Paradojas de la vida. Son como niños. Los tienes que motivar he incentivar para que se animen a hacer algo que tu deseas por el solo hecho de pasar unas horas al lado de alguien a quien adoras.
Pero claro, cursilerías las justas. Lo tienes que adornar de mil formas diferentes para que asistan, pero siempre sin llegar a decirlos directamente que los quieres con locura y que es la ilusión de tu vida pasar una noche como en los viejos tiempos. Cuando vivíamos todos justos.
Y tampoco debo decirlos que ahora es mucho mejor. Todos somos más felices porque a nuestras vidas han ido llegando los complementos que la vida nos deparaba.
Ahora somos muchos más. Y somos más sabios . Y sinceros. Y si os digo que quiero pasar una noche todos juntos pues, que no tengo nada que ocultar. Que no tengo que adornarlo. Que sólo tengo que decir que quiero hacerlo por que os quiero.

Pero vamos que esto nunca os lo diré.

Ni en sueños.

Despierta, despierta






n día soñando en un sueño soñé,
que me despojaba de todo mi ser,
que me envolvía en una ráfaga de viento,
que mutaba, que crecía, era libre.


Un día soñando en un sueño soné,
que el viento me rodeaba,
que ese viento traía una caricia,
esa caricia un nombre,
ese nombre su piel.

Un día soñando en un sueño soñé,
que las estrellas de nuevo eran visibles,
que alumbraban la oscuridad de mi alma,
que de nuevo podía ver.

Un día soñando soñé,
que todo sueño tiene un final del que has de despertar.

Mi duelo




acer de algo que te inculcan cuando eres pequeño tu filosofía de vida, no se si es sabio, normal, o lo que cabe de esperar en ti.
Quizá solo son casualidades de tu ser.
Yo hago mía una frase que mi progenitora, persona a quien debo mi capacidad de amar al propio amor, a las cosas sencillas y a la vida misma, siempre me ha repetido como pilar fundamental de amor al prójimo:

“El duelo hay que tenerle en vida”

Me defino a misma como persona sin aspiraciones de ultratumba, vamos, que no creo en que las pueda tener después de muerta; como mucho aspiraré a que el gusano que me coma se indigeste después. Bueno ,como iba diciendo, yo que creo que las tumbas y los duelos son el consuelo de los vivos, dejo la elección de hacer lo que quieran con mis restos a las personas que necesiten consolar su alma el día de mi muerte. Y eso si existe, la necesidad del consuelo me refiero.
Por lo demás exijo el pleno conocimiento de mi duelo. Y os digo a vosotros que me rodeáis que me veléis en vida.
En base a esto, debo, y me exijo a mi misma, agradecer a todos los que forman, han formado o formarán parte de mi vida el velarme en el día a día. Por hacer que cada mañana flores frescas adornen mi vivir.
Gracias a todos los que amo o he amado, gracias anticipadas a los que amaré, gracias por amarme y hacer mis días dulces y cálidos.
Gracias por ser, gracias por estar.

...Os veré en esta vida.


"No es serio este cementerio", Mecano

Me defino




a gente que me conoce sabe que si me hago llamar Dory, me defino sólo con el uso de ese nombre. Para ello es fundamental haber visto la película de "Buscando a Nemo"

Al igual que ella, tengo una memoria tan mala que desespero a la gente que me rodea. Aunque tengo que alegar en mi defensa que cuando quiero, recuerdo.

Hay quien dice que soy capaz de recordar la mosca que se posó en cierto lugar cierto día que cierta persona acompañada por cierta cosa paseaba por cierto lugar.

En mi defensa de nuevo añadiré, que no soy a la única persona que le pasa esto.

Al fin y al cabo, ¿no es la memoria selectiva? Cada uno decidimos que guardar en ella. Y si a mi me apetece ocupar los espacios de mi memoria y de mi idea con cosas vanas y poco trascendentales, pues fenomenal.

Con ello hago otro reflejo de mi "yo".

La vida es sueño

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.