ory dijo:
Cien... ratos de felicidad.
Cien... risas.
Cien... fuera problemas.
Cien... lágrimas.
Cien... recuerdos.
Cien... días frente al ordenador.
Cien... motivos para relajarte...
una dijo:
Cien... razones para amar.
...sigue soñando. Dory.
Segunda parte.
Ha cambiado la forma de vivir. Ahora vivimos con comodidades impensables hace venticinco años. Ha cambiado la forma de entender la vida. Ahora damos prioridad a cosas que antes no importaban mucho, y lo verdaderamente importante lo hemos relegado al olvido. Ha cambiado la forma de educar. Hemos antepuesto, también en la educación, lo material a los valores.
Y ha cambiado también y mucho, la forma de ligar.
Desde el “Estudias o trabajas”, para entablar conversación, al “¿Tienes fuego?”, existían una tonelada de frases hechas, que ayudaban a romper el hielo.
Eso si, era siempre el chico el que daba el primer paso. Tú lo único que podías hacer, era lanzar miraditas significativas hacia el lugar donde él se encontraba, y esperar que fuera él, y no uno de sus amigos el que se diera por aludido.
Te morías de ganas de que el chico en cuestión te mirara siquiera, y si además te hablaba, ya podías dormir esa noche en una cama de fakir, que ni te enterabas. Pasabas semanas flotando como en una nube, y a lo mejor, ni te volvía a hablar. Pero esos momentos de ensueño eran únicos, y te pertenecían solo a ti.
Todo era más lento. Tardaba en llegar el primer beso. Pero era un beso que de tan anhelado, se convertía en objeto de culto cuando por fin llegaba. Las primeras vacaciones que te ibas con él, eran como un viaje a la Luna, porque había que sortear tantos obstáculos (incluyendo un padre muy severo), que cuando por fin te ibas lo veías desde fuera de tu cuerpo, como si fuera otra y no tú la que se subía al coche rumbo a… (ni siquiera recordarías luego donde…).
Y el ingenio que desarrollábamos (ellos y nosotras) en la conversación. Era la única manera (al menos la única “decente”) de mantener el interés del otro, hasta que llegaban las mariposas. Después, cuando ya te habías enamorado “hasta las trancas”, caminabas constantemente a quince centímetros del suelo (era inevitable), y mantenías las veinticuatro horas del día (si, también mientras dormías), una sonrisa estúpida y distraída, que a los demás preocupaba (le ha debido dar un aire), pero que a ti te hacía sentir única.
¡Ay!, cómo han cambiado las cosas. Algunas para mejor, pero otras…
Recuerdo cómo me pidió salir mi marido. Estábamos en la discoteca, y se acercó a mí. Me puso algo en la mano y se fue al otro extremo de la pista. Desde allí me miraba fijamente mientras le daba traguitos a su bebida. Cuando cerré la boca, que se me había quedado abierta, miré lo que me había dado. Era un papel arrugado hasta acabar convertido en una bolita. Lo estiré con cuidado de no romperlo, y leí lo que él había escrito: “¿Quieres salir conmigo? Si tu respuesta es afirmativa, sonríe…”
Supongo que lo imagináis ¿verdad? Aquella noche, todas las personas que estaban en la discoteca, fueron testigos de cómo alguien era capaz de enseñar a la vez todas sus piezas dentales… Desde aquella noche, nunca hemos vuelto a separarnos…
¿Y vosotros? ¿Cómo ligabais o erais ligados ?
xiste una zona, alrededor de cada persona, que pertenece a esa persona. Se llama espacio vital. Según nos movemos, se mueve con nosotros.
También se llama así a esa parte de tu vida, que es tuya, privada y personal, y que las personas con instinto social, son capaces de distinguir y respetar sin mayores explicaciones.
Hay personas que tienen un espacio vital muy grande, otras lo tienen más pequeño. Y luego están las que prácticamente carecen de él. Son aquellos a quienes les gusta que los demás invadan su espacio.
El tamaño del espacio vital de cada uno depende de su necesidad de espacio, y de lo cómodo que se siente cada cual con la proximidad del otro (tanto física como emocional).
Es muy difícil describir con palabras. Es un sentir, tiene que ver con libertad de acción, con respeto, con espacio físico si, pero también con espacio mental, con espacio energético, espacio de acción. Es poder respirar profundo sin límite, es respirar sintiendo que es tu aire y que no quitas aire a nadie ni nadie te quita el tuyo, de uno mismo hacia dentro y hacia afuera...
El espacio vital es un concepto subjetivo. Cada persona tiene el suyo.
El problema se manifiesta, cuando una persona que necesita un diminuto espacio vital, se acerca a otra que tiene una necesidad de espacio mayor.
Entonces surgen malentendidos, enfados…
A veces es porque el otro no entiende (o no quiere entender) que tu espacio vital es más grande. Otras, porque tú no has avisado a la otra persona del tamaño de tu espacio, y le has dejado acercarse demasiado; y cuando te has sentido agobiado y le has dicho al otro (o dado a entender, a veces torpemente) que necesitas más espacio, este se ha sentido rechazado.
Desde que decidimos ser padres, deseamos una niña.
No se porqué, supongo que porque yo siempre había tenido una “niña”.
A los siete años tuve la primera (es que fui muy precoz), luego a los doce llegó la segunda.
Así que cuando me quedé embarazada, quise otra.
La primera vez no llegó, con lo cual, tuvimos que esperar... (Tres añitos. Eso no es nada)
Y por fin llegó el día.
Habías llegado y yo no me lo podía creer.
Llegaste quince días antes de lo esperado (nunca has tenido paciencia para nada). El día de tu primer cumpleaños, ya andabas. Hablaste en seguida, ¡me volvías loca con tu cháchara!, pero se me caía la baba…
Han pasado doce años, y se me sigue cayendo.
Ahora eres una jovencita preciosa, y yo me siento orgullosa de ti.
Hoy en tu día, quiero pedir un deseo…
Quiero que seas fuerte, para afrontar la vida, que no es fácil.
Quiero que seas compasiva, porque con un corazón duro no podrás ser feliz.
Quiero que rías mucho.
Quiero que siempre te sientas valorada y querida, tu autoestima dependerá de cómo te veas reflejada en los ojos de los demás…
Y sobre todo quiero que seas… lo que tú desees…
Pide un deseo...
Yo siempre estaré ahí, para consolarte cuando te haga falta, para reírme a carcajadas cuando me cuentes algo divertido, para escucharte cuando necesites hablar, y sobre todo, para quererte hasta el fin de mis días…
Feliz cumpleaños, tesoro.
oy voy a hablar de otro miembro de nuestra peculiar familia.
Ya dije en varias ocasiones, que todos somos diferentes. Que todos somos únicos, e inimitables.
Pero si hay alguien imposible de imitar, es este personaje.
De pequeño era el terror de la casa.
Era un experto machaca-respaldos de sillón. Incluso tuvo seguidores. Dos para ser más exactos. Bella y Dory. Y resultaron dignas discípulas de su maestro.
Tenía una facilidad increíble para las travesuras.
Montones de anécdotas de su época de “enfant terrible”
El apodo de “Satanás” se lo puso la abuela, porque no había hecho una y ya estaba planeando cuatro más.
Se lo decía tantas veces, que supongo que él lo consideraba su segundo nombre. No es de extrañar que el día del bautizo de Bella, se pusiera en pie, al oír al sacerdote decir “¡Renunciemos a Satanás!”, y desde el banco donde estaba gritara con todas las fuerzas de sus cuatro añitos “¡Estoy aquí! ¡Aquiiií…!”
Si hay algo que aún hoy me maravilla, era su habilidad para el engaño.
¿La prueba? Aquel caluroso verano, en el que durante la siesta, se llevaba cada día andando hasta la huerta del abuelo a un nutrido grupo de amiguitos, deseosos de ver con sus propios ojos la avioneta que su (nuestro) padre “tenía”. Curiosamente, cada vez que llegaban a la huerta, la avioneta había desaparecido, a lo que nuestro personaje con un talante que ya quisieran para sí muchos políticos de hoy en día, les decía “¡Vaya, mi padre ha debido de salir a dar una vuelta! Mejor venimos mañana, mañana estará aquí…” Y de una manera increíble al día siguiente, el mismo grupo de amigos más uno o dos agregados, le estaban esperando cuando bajaba con toda la naturalidad del mundo, para hacer el mismo recorrido de los días anteriores, que finalizaría inevitablemente con la misma frase, u otra parecida.
O cuando, junto a nuestro primo “el motorista” (tendrían entonces ocho o nueve años) se iban a ver como trabajaban los esquiladores, y volvía a casa con un pelado que le duraba todo el verano (igual que a las ovejas).
Y finalmente llegamos al presente.
Y tengo que decir, que no ha cambiado demasiado el “angelito” (sigue metiendo unas trolas…). ¡Menudo fantasma está hecho…!
Pero ahora tiene tres churumbeles que siguen sus pasos, y él se rasga las vestiduras preguntándose a quién demonios habrán salido las criaturitas…
¡Ya ves tú…!
¡Qué cosas pregunta el niño…!
Y aunque no lo lea, quiero igualmente desde aquí darle las gracias a ese entrenador, que con su interés y saber hacer, ha ayudado a que mi hijo tenga a día de hoy la columna que tiene.
Gracias Pedro.
Nombre: Bloggerín
Fecha de nacimiento: 24/10/2009
Fecha de bautismo: 24/10/2010
Bautizado por: Adoptada
Supe que ser amado no es nada; que amar, en cambio, lo es todo.
Hermann Hesse
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
Eleanor Roosevelt
Las únicas personas que me agradan son las que están locas: locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas.
Jack Kerouac
La vida no se mide por el tiempo que respiras…
…sino por los momentos que te quitan el aliento…
Hitch
Los que sueñan de día, conocen muchas cosas que ignoran los que solamente sueñan de noche.
Edgar Allan Poe
Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo.
Armando Palacio Baldés