a mentira forma parte de la vida.
¿Somos sinceros? A veces.
¿Mentimos? Mucho.
No es que cuando abrimos la boca, lo hagamos pensando en la mentira que vamos a soltar. Es que según hablamos, vamos “adornando” la realidad, hasta a veces deformarla totalmente. Unas veces porque queda mejor, otras veces por simplificar, otras veces por no hacer un daño innecesario…
También los que viven una realidad alternativa: “Yo no digo mentiras sino verdades distorsionadas”.
Mentimos a nuestra pareja, para hacer algo que nos gusta pero él odia (yo he fumado mucho más de lo que él sabe), para tener ese vestido soñado (“He tenido suerte, estaba rebajado, costaba el doble...”), para ocultar una amistad que él no entendería…
El mismo amor es el que nos mueve a mentir a las personas que queremos: “Miénteme y hazme feliz, porque hay verdades que desgarran y mentiras que enriquecen...”.
¡Te vas a meter en un buen lío…!