La vida es sueño

La vida es como una ola, un constante vaivén entre el sueño y la consciencia.

Mentiras



a mentira forma parte de la vida.

¿Somos sinceros? A veces.

¿Mentimos? Mucho.

No es que cuando abrimos la boca, lo hagamos pensando en la mentira que vamos a soltar. Es que según hablamos, vamos “adornando” la realidad, hasta a veces deformarla totalmente. Unas veces porque queda mejor, otras veces por simplificar, otras veces por no hacer un daño innecesario…


Unos mienten por prisa: “Una pequeña inexactitud, ahorra toneladas de explicaciones”.

Luego están los que mienten con guasa: “Verá, Señor Juez. No es que yo mintiera. Es que dije cosas, que después parece ser que no eran ciertas”.

También los que viven una realidad alternativa: “Yo no digo mentiras sino verdades distorsionadas”.

La verdad es que nos pasamos la mitad de la vida mintiendo.

Mentimos a los padres, casi desde que nacemos; para ocultar una trastada, para no enseñar una mala nota del colegio, para salir con el chico que nos gusta, para pasar la noche fuera de casa…

Mentimos a los hijos, casi desde que nacen; les contamos cuentos para que ignoren lo dura que es la vida el mayor tiempo posible, para que no sufran por cosas que todavía no pueden entender, para ocultarles penas, pesares…

Mentimos a nuestra pareja, para hacer algo que nos gusta pero él odia (yo he fumado mucho más de lo que él sabe), para tener ese vestido soñado (“He tenido suerte, estaba rebajado, costaba el doble...”), para ocultar una amistad que él no entendería…

El mismo amor es el que nos mueve a mentir a las personas que queremos: “Miénteme y hazme feliz, porque hay verdades que desgarran y mentiras que enriquecen...”.

De todas formas, tanto la verdad como la mentira son relativas, porque “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo se ve del color del cristal con que se mira”.

Pero como dijo Quintiliano, lo que está claro es que: “El que miente necesita tener buena memoria”.

Así que si eres dado a contar pequeñas mentirijillas, tendrás que darle a la Tiamina… porque si no…


¡Te vas a meter en un buen lío…!

6 sueños:

¿Quien no ha mentido nunca? TODOS.
Lo que ocurre es que las mentiras tienen las patitas muy cortas.
Lo que si que es verdad, es que una mentira que te haga feliz, vale más que una verdad que te amargue la vida. Pero la verdad quizá este ahí fuera,pero las mentiras están en tu cabeza.

 

Ay las mentiras!!!
Me da la risa de solo pensar en ellas.

Solo decir que son tan necesarias como las verdades.

 

Por el echo de que para mentir hay que tener buena memoria, los de esta familia somos malos mentiroso.
El gen de la memoria lo perdió ya nuestra madre. Por eso nuestras mentiras son "pequeñas y piadosas".
Mentir, mentimos todos.... pero unos con mas acierto que otros.


Josy recupero tu entrada, no la vuelvas a borrar, jaja.
D.

 

El otro día encontré por casualidad un blog que me encanta. Ya os pasaré la dirección.
El caso es que tiene varias secciones. Alterna relatos eróticos, con cosas del día a día, habla de sus hijos, de actualidad, en fin un poco de todo. Luego tiene una sección de pequeños relatos que él llama micros (sí, es un hombre, algunos saben escribir y todo). Son una o como mucho dos frases, en las que te cuenta (o tú intuyes) una historia.

Éste es uno de ellos:
"¿De qué me sirve que me hagas feliz con lo que dices si me haces llorar con lo que callas?"
Viene a cuento, porque a veces, es más doloroso el silencio que la mentira.

Y tú Dory no te rías tanto, que como dice la Adoptada, las mentiras tienen las patitas muy cortas... sobre todo si no tienes memoria... como muy bien ha dicho Josy en ese comentario de quita y pon... quita y pon,... quita y pon... Ja, ja, ja, ya puedes correr, de ésta no sales viva...

 

Ya le he encontrado Lunita. Le voy a echar un vistazo.

¿Empiezo a correr ya?

 

Deberías. Creo que ya viene, y echa fuego por los ojos...
¡Qué curioso, igual que cuando el cuñaete se pone las mallas rojas...! ¡ja, ja, ja,...!