La vida es sueño

La vida es como una ola, un constante vaivén entre el sueño y la consciencia.

Única




s única, es original, es graciosa.
Es mamá.
Comenzó a acumular anécdotas cuando no levantaba tres palmos de suelo, y desde entonces no ha parado...

Hace dos semanas se fue al médico, y me llamó para que fuera a recogerla porque el coche le había dejado tirada. Había conseguido arrancarle pero volvió a pararse de nuevo.
Cuando llegamos a su casa, ella en su coche y yo siguiéndola en el mío por si se paraba otra vez, me dijo que iba a llevarlo al taller para que lo miraran.
Diez días después le pregunté y me dijo que no lo había llevado, porque no le había vuelto a dar problemas.

El otro día se fue con papá a la parcela, y como a dos kilómetros se le paró de nuevo. Consiguió arrancarlo para volver a pararse a las afueras de cierto pequeño pueblito cuya inicial empieza por “P”.
Esta vez llamó a Josy, que tuvo que ir con el mecánico, quien diagnosticó al pobre “Forito” “muerte cerebral”, y hubo que llamar a la grúa. Su seguro les envió la grúa de los Del Valle, que al oír el nombre de la susodicha se dijeron a si mismos y al unísono: “A ésta,... ¡yo la conozco...!”

El tiempo de espera de la grúa y la pastilla de hacer pis, obligaron a nuestra protagonista a llamar a la primera puerta del pueblo y pedir que le dejaran usar el baño, previa explicación de lo ocurrido. Sorprendentemente, la dejaron pasar.
Lo curioso del caso es que como iban a la parcela, no se había molestado en quitarse la bata, y así llamó al timbre de aquella casa.

Yo imagino que si me tocara el timbre una señora en bata, diciendo que se le había parado el coche y que necesitaba urgentemente hacer pis, seguramente le daría con la puerta en las narices. Porque dicho así suena ¡muy sospechoso...!

Por eso, el cómo consiguió que la dejaran pasar es algo que aún hoy sigue siendo un misterio para mí.

Pero es que la protagonista de nuestra historia es así…

¡sencillamente increíble!

4 sueños:

Luna recordando todo lo ocurrido tienes razón,sabes muy bien todo lo que la dije a mi queridísima suegra respecto a lo acontecido, aunque ella tratara de convencerme de que era muy normal,(como ella puso remedio a irse por la pata abajo) yo no lo comparto.
Por que diga lo que diga, a mi puerta llama una intrusa con una bata de atuendo, diciéndome que la deje usar mi "retrete" y la mando a la era de enfrente para que se ponga con el culo emponpa.
!!Estaría bueno!! una desconocida dentro de mi casa con esas pintas, usando mi pulcro retrete, que sabe dios que te puede dejar... o atascar.... inclusive que en cinco minutos no te desvalije la casa y te de un golpe que te deje en el sitio.
Que no, que no esta la vida para abrir y menos invitar a desconocidos a tu linda morada querida suegra.

 

Yo si se como lo hizo.
¡¡Puso los "ojitos" del gato de Srhek!!, que añadido a las oportunas explicaciones, la pobre mujer no pudo resistirse.

 

Pues esta anécdota me sirve para confirmar que aun hay gente en este mundo que confía. ¡Y eso es dificilísimo! También me sirve para ver que "ELLA" sigue siendo la misma de siempre, la mujer sin malicia que llama a una puerta con total naturalidad pidiendo hacer pis en su baño porque es algo que ella haría por alguien que llamara a su puerta pidiendo algo similar.

Para mí mi madre tiene la mirada más dulce que hay sobre esta alocada tierra y esta hazaña me confirma que no solo yo veo esa mirada dulce, sin malicia. Si ha sido capaz de que la dejaran entrar es porque trasmite tranquilidad.

Lo de irse a la parcela en bata es un tema sobre el que prefiero no pronunciarme, ja, ja.

¡Adopotada! ¡Pero qué mala persona eres! ja, ja.

 

Adoptada, cuando uno no tiene maldad ninguna, cree que el resto del mundo es igual .
De todas formas, para lo confiada que es mi madre, es increíble que nunca haya tenido ningún percance. Debe ser verdad eso de que los inocentes tienen un ángel de la guarda.

Bella, mamá da tantas explicaciones, que seguro que la mujer se quedó hasta con nuestro árbol genealógico, ja, ja...

Dory, esa mirada sin malicia, también puede quedar petrificada en su cara, cuando dos apuestos médicos deciden auscultarla a la vez, uno por la derecha y otro por la izquierda. Vamos, que fue al cardiólogo y por unos pocos segundos... ¡se le paró el corazón!, ja, ja, ja...
Seguro que ahora piensa... ¡P´a fiarse una de los médicos...!